El Parque Minero de Almadén fue inaugurado el 16 de enero de 2008.
La reforma de todas las instalaciones y su musealización, ha supuesto una inversión superior a los 20 millones de euros. Una parte importante de la rehabilitación de estos espacios
se ha realizado con financiación FEDER. La rehabilitación de los Hornos Bustamante (S. XVII) declarados Bien de Interés Cultural en 1992, y la Puerta de Carlos IV se realizó
directamente por el Instituto de Patrimonio Histórico Español dependiente del Ministerio de Cultura.
La historia de Minas de Almadén es tan larga y rica como su producción: desde el siglo III a. de C. hasta la actualidad, ininterrumpidamente, ha habido actividad de minería del
mercurio en la comarca de Almadén; importantes acontecimientos históricos han estado vinculados a la Mina.
Sisapo o Sisalone, nombre con el que se conocía antiguamente a Almadén, significa en lengua celta "cueva de que se extraen metales". El historiador Teofrasto,
discípulo y amigo de Aristóteles, indicaba que se estimaba mucho el cinabrio duro que procedía de España. Romanos y árabes explotaron la mina, extrayendo
cinabrio. Este mineral, de color rojo, se utilizaba para pintar y teñir.
En la época romana Almadén debió ser una ciudad relativamente importante, puesto que incluso acuñaba moneda. Se han encontrado en la ciudad numerosos "ases" romanos
(monedas de cobre) con la inscripción SAESAPO.
Los árabes explotaron la mina durante los siglos VIII al XIII. Muchos términos de la minería del mercurio provienen del árabe: almadén (nombre -del árabe al-ma 'daniy' yun,
"la mina" o "el mineral"), aludel, azogue, alarife, y de esta época son los llamados "hornos de xabecas", que se utilizaron hasta casi finales del siglo XVI. En el siglo XII la mina
tenía una profundidad de unos 450 m. y trabajaban en ella más de 1.000 obreros. El mercurio se utilizaba por los alquimistas y médicos para preparados medicinales y como
motivo ornamental.
A mediados del siglo XIII se reconquista Almadén por los cristianos y la mina se cede a la Orden de Calatrava, la cual arrienda su explotación a catalanes y genoveses.
Sigue arrendándose la mina a particulares durante los siglos XIV, XV y XVI. En 1523 se concede la administración perpetua de los bienes de las Órdenes a la Corona española.
Los productos que se comercializan en estos siglos son el bermellón, el azogue y el solimán. Este se producía a partir del azogue y se utilizaba para el curtido de cueros.
A partir del siglo XVI, el mercurio se convierte en un bien con gran valor por su utilidad en la amalgamación del oro y la plata que provenían de América. Almadén se desarrolla
como un importante centro minero-industrial, que contribuyó a la explotación de las riquezas traídas del Nuevo Continente.
Durante los siglos XVI y XVII la mina se arrendó a los banqueros alemanes Függer (Fúcares, en el lenguaje popular español) para pagar los préstamos concedidos a Carlos I,
para los gastos de su coronación. Esta familia de banqueros, conocida como la Casa Blanca Alemana, introdujo en Almadén numerosas innovaciones, tanto técnicas como
organizativas. Entre las primeras pueden destacarse los hornos de reverberación o "buitrones".
La mayor parte del azogue producido, se enviaba a Sevilla, desde donde se embarcaba a América. Era el azogue un bien de tal importancia para la economía española en América,
que todos los envíos de mercaderías hacia aquél continente se ajustaban a la producción de azogue y, por lo tanto, a las vicisitudes de la producción de la mina de Almadén y de su
embarque en Sevilla. Llegaron a construirse barcos especialmente diseñados para el transporte del mercurio, como el "Tolosa", nao de 1.500 toneladas, y el "Guadalupe" de 1.000
toneladas.
Desde el siglo XVII la producción de las minas disminuye por el agotamiento del mineral en las explotaciones conocidas y por encontrarse las labores en malas condiciones. En esa
época sucedió la mayor tragedia en la mina, un incendio iniciado en el mes de enero de 1755 se prolongó durante más de dos años, muriendo numerosas personas.
Durante el reinado de Carlos III, para la modernización de las técnicas de la mina, se nombraron varios directores alemanes de la escuela de Freiburg (en Sajonia) y en 1777 se
fundó en Almadén la Escuela de Minas.
Tanto durante el medio siglo de directores alemanes, como bajo la dirección de su primer sucesor español, Diego de Larrañaga, (formado en la propia Escuela de la Mina), se
introdujeron importantes innovaciones en las técnicas mineras. Las fechas finales del siglo XVIII y comienzos del XIX contemplaron un gran crecimiento de la actividad minera
en Almadén.
En los albores del siglo XIX la situación crítica de la Hacienda Pública provocó que las minas se hipotecaran, concediéndose el monopolio de la venta del mercurio en 1833 a la
casa Iñigo Espeleta, de Burdeos. En 1835 se adjudicó a la casa Rothschild la subasta del azogue.
En 1916 se crea un organismo especial para la dirección de las minas, el Consejo, bajo cuyo mandato se introducen mejoras técnicas en la explotación. Tras la Guerra Civil las
minas alcanzan el récord de su producción en 1941 con 82.000 frascos de mercurio, en parte condicionado por la utilización de presos en los trabajos de la mina (vuelve a
utilizarse el llamado "túnel de forzados"). A partir del año 1972 el mercado mundial del mercurio se retrae coincidiendo con una fuerte recesión económica.
En el año 1982 se crea la empresa Minas de Almadén y Arrayanes, S.A., S.M.E., con capital perteneciente en su totalidad al Estado a través de la Dirección General del Patrimonio. La
Empresa lleva a cabo, a partir de ese momento, un importante esfuerzo de diversificación.
Desde mayo de 2001 Minas de Almadén se integra en la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).